Los delitos de fraude ocasionan importantes pérdidas a las entidades aseguradoras y repercuten directamente en los asegurados honestos. Afortunadamente, tal y como pone de manifiesto un informe de ICEA, las investigaciones para acabar con los defraudadores tienen sus frutos.
Las compañías aseguradoras recuperan 48,10 euros de media por cada euro que destinan a investigar posibles casos de fraude. Esta es una de las conclusiones que arroja el informe “El fraude al seguro español. Año 2017”, publicado recientemente por Investigación Cooperativa entre Entidades Aseguradoras y Fondos de Pensiones (ICEA), organismo encargado del servicio de estadísticas y estudios del sector asegurador en España.
El citado informe ha sido elaborado gracias a la colaboración de 38 entidades aseguradoras que representan una cuota de mercado del 54,48% y permite obtener conclusiones de sumo interés sobre el fenómeno del fraude en nuestro país. En este sentido, desde la Unión Española de Entidades Aseguradoras y Reaseguradoras (Unespa) recuerdan que cada minuto una persona intenta defraudar a su compañía y que el fraude al seguro es un delito que perjudica a la sociedad en su conjunto.
Dicho más claramente: cuando un estafador plantea una reclamación indebida o exagerada, trata de enriquecerse a costa de los asegurados honestos que, en el caso de las pólizas de auto, deben pagar una media de 20 euros más por culpa de los defraudadores.
Casos e importes de los fraudes
En cuanto a la distribución del fraude por productos, el informe pone de manifiesto que el año pasado se detectaron 169.959 intentos de estafa, la mayoría de ellos en el ramo de automóviles (63,64%) –en el que se evita el 50,90% de los fraudes–, situándose a continuación las pólizas de hogar, comercio, comunidades, pymes y responsabilidad civil (29,44%), los seguros de vida, accidentes y salud (5,91%) y, finalmente, otras líneas de negocio (1,01%).
Además, entre las conclusiones del informe cabe destacar que una de las tendencias más llamativas es el aumento de los intentos de fraude de pequeño importe –en concreto, inferiores a 500 euros–. Así, mientras en 2011 este tipo de delito representaba el 28,30%, dicho porcentaje se incrementó 10 puntos en 2017, dato que no hace sino confirmar que desde el comienzo de la década se ha producido un crecimiento sostenido de las estafas de pequeña cuantía al seguro.
Habitualmente, estos delitos son cometidos por defraudadores no profesionales, si bien desde las entidades aseguradoras recuerdan que las redes delictivas organizadas que simulan siniestros siguen actuando, de manera especial en el ramo del automóvil. En este último es donde más casos de fraude con un importe inferior a 500 euros se detectaron en 2017 (47,10%), seguido del conformado por los productos de hogar, comercio, comunidades, pymes y responsabilidad civil (43,09%). Por lo que respecta a los intentos de estafa cuyo importe supera los 500 euros, los porcentajes registrados en ambas líneas de negocio fueron del 73,76% y el 21,09%, respectivamente.
Inversión en investigación y rendimiento obtenido
Durante 2017, el gasto medio de las compañías aseguradoras para investigar un fraude ascendió a 54 euros, aunque dicha partida no fue igual en todos los ramos. En el caso de las tres actividades con mayor representación en la muestra, la conformada por los productos de hogar, comercio, comunidades, pymes y responsabilidad civil invirtió 78,30 euros de media, frente a los 46,30 euros de la línea de seguros de vida, accidentes y salud y los 42,40 euros del ramo de automóviles. Cifras, todas ellas, por debajo de la categoría de “otros ramos”, en la que el gasto medio fue de 119 euros.
Y tal y como indicamos al inicio del presente post, las entidades aseguradoras recuperaron 48,10 euros de media por cada euro invertido en la investigación de posibles casos de fraude –frente a los 34,70 euros de 2016–. Sin embargo, dicha cantidad también varía en función del tipo de estafa analizado. Por ejemplo, la misma ascendió a 126,90 euros en la línea de negocio de vida, accidentes y salud, muy por encima de los 48,90 euros del rendimiento obtenido en la de automóviles –la más próxima a la media–, los 38,80 euros en la dedicada a hogar, comercio, comunidades, pymes y responsabilidad civil y los 27 euros en la de “otros ramos”.
Tipos de fraude y defraudadores
En el caso de los tipos de fraude que se intentaron cometer en 2017, el más habitual en el ramo de automóviles fue una reclamación desproporcionada (38,5%) –el mismo que en el de “otros ramos” (46,2%)–, mientras que en el de hogar, comercio, comunidades, pymes y responsabilidad civil el mayor número de intento de estafas correspondió a los siniestros simulados (28,1%) y en el de vida, accidentes y salud a la ocultación de daño o lesión preexistente (52,2%).
En todas las actividades, el defraudador directo fue el asegurado (73,74%), especialmente en la línea de negocio de “otros ramos” (88,37%), situándose a continuación la parte contraria (21,50%) –sobre todo, en el ramo de automóviles (27,91%)–. En menores porcentajes, en dicho análisis también aparecen otros profesionales (2,06%), los mediadores de seguros (1,47%) y los reparadores (2,06%).
Y en lo relativo a los indicios que permiten la detección de los fraudes, el informe de ICEA esclarece que más de la mitad (50,9%) de los casos descubiertos en el ramo de automóviles se debió a las irregularidades que presentaron las peritaciones o tramitaciones, porcentaje muy similar (49,5%) al registrado en la actividad dedicada a hogar, comercio, comunidades, pymes y responsabilidad civil. Por su parte, la desproporción de los daños o las lesiones (33,6%) fue el indicio más evidente en la línea de negocio de vida, accidentes y salud, en tanto que los antecedentes del asegurado (44,7%) representaron la sospecha más común en “otros ramos”.
Pero, ¿cuáles son las principales acciones que practican las entidades aseguradoras para detectar el fraude? Según el informe, las más habituales son la comprobación de daños o lesiones (38%), las inspecciones oculares (22,9%) y la localización y el estudio de las características de los daños o lesiones (19,9%). Y en menor medida, también llevan a cabo entrevistas (7,7%) y análisis de restos o vestigios (6,7%), se comunican con otras compañías (2,3%), realizan llamadas cruzadas (1,5%) y localizan testigos (0,8%).
Finalmente, el informe de ICEA se ocupa de la distribución geográfica del fraude y pone de relieve que Ceuta y Melilla, Andalucía, Murcia y Canarias, por este orden, incrementan el número de casos de fraude y se sitúan por encima del total nacional, mientras que Navarra, País Vasco, Aragón y Castilla y León son las comunidades autónomas que más los reducen.
Los tres casos de fraude más sonados de 2017
Como ejemplos de fraude más llamativos de cuantos se detectaron el año pasado, el blog de Estamos Seguros, una iniciativa de Unespa, ha seleccionado tres casos que fueron premiados en el XXIV Concurso Sectorial de Detección de Fraudes, a través del cual se reconocieron los esfuerzos realizados por la industria aseguradora para detectar y combatir estafas que perjudican tanto a los asegurados como a la sociedad:
- Atropello infinito. Así podría titularse la “película” de cuatro miembros de una familia de Ourense que llevaban varios años simulando ser atropellados por coches y reclamando dinero a las aseguradoras de los conductores. Hasta que una de ellas decidió investigar el caso de uno de sus asegurados después de que un “afectado” solicitase una indemnización de 24.000 euros y el pago de los gastos médicos. Como se suele decir, la policía no es tonta y entre el perito y la Guardia Civil desenmascararon al clan y pusieron fin a la picaresca familiar.
- El barco desparecido. Desgraciadamente, las embarcaciones de pesca no están exentas del peligro cuando salen a faenar. Por ello, que una de ellas sufra un percance en el mar no es algo que suela extrañar a la opinión pública. Otra cosa es que un barco se hunda cinco meses después de suscribir una póliza, y días más tarde de haber obtenido permiso para navegar 30 millas más adentro, sin activar las señales de alarma. Y que la embarcación que acuda a su rescate sea propiedad del empresario pesquero…Esto sucedió en aguas de Cádiz y la aseguradora jamás pudo dar con el barco desaparecido. Tanto olía a chamusquina este caso que el juez denegó la indemnización de 325.000 euros que solicitó el propietario de la embarcación.
- Disparo sospechoso. Este es el caso de un venezolano hijo de españoles que decidió iniciar una nueva vida en nuestro país. Pero, tras perder su empleo, regresó a Venezuela, donde sufrió un atraco a mano armada que le ocasionó la pérdida de varios dedos y daños en las palmas de las manos. Hasta ahí, todo normal en un país con un elevado índice de inseguridad.Pero las investigaciones esclarecieron que, antes del viaje, el individuo había contratado varios seguros de vida y accidentes con unos capitales muy elevados. Además, quedó claro que la trayectoria de un disparo no habría ocasionado los daños que presentaba el asegurado. Y no menos “mosqueante”, llamó la atención que después del atraco condujese 16 kilómetros para ser atendido en un hospital cuando en las proximidades había dos centros sanitarios. Finalmente, el juez denegó la indemnización de casi un millón de euros que reclamaba el “asaltado”.
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