Neumáticos de moto: consejos para prolongar su vida útil

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Por norma general, los fabricantes recomiendan sustituir los neumáticos de moto cada cinco años, pero su duración puede variar en función del cuidado y tipo de conducción. Realizar un periodo de rodaje, revisar la presión de inflado y observar la profundidad del dibujo de la banda de rodadura, junto a un manejo racional del vehículo, son cuestiones vitales para prolongar su vida útil.

neumáticos de moto (iStock)

Desde Senassur, especialistas en seguros de moto y quad para corredores y mediadores, fomentamos, una vez más, la seguridad vial, en esta ocasión ocupándonos de los neumáticos, elemento de vital importancia al ser el único elemento de unión entre un vehículo y el asfalto.

Por ello, es esencial llevar a la práctica una serie de consejos con el objetivo de mantenerlos en buen estado y, en la medida de lo posible, prolongar su vida útil, evitando así sustituirlos con poco kilometraje.

 

Periodo de rodaje de los neumáticos de moto

En primer lugar, independientemente de si la moto acaba de salir del concesionario o tiene unos añitos pero estrena “zapatos” nuevos, los neumáticos deben “curtirse”, es decir, requieren un tiempo de rodaje para rendir al máximo. Al respecto, conviene saber que durante el proceso de fabricación se les suele aplicar parafina, un producto que, si bien contribuye a que las cubiertas no se deterioren durante el almacenaje, puede llegar a suponer un riesgo.

Para eliminar esa “película”, lo aconsejable es conducir suavemente durante los primeros 100 o 200 kilómetros. En dicho periodo, no se debe acelerar, frenar ni inclinar el vehículo bruscamente, ya que el neumático, aunque se ruede en seco, tiende a comportarse como si se condujese en condiciones de lluvia. Por lo tanto, paciencia: poco a poco, a medida que pasen los kilómetros, las cubiertas irán incrementando su capacidad de agarre.

 

Control de las presiones y la suspensión

Durante la vida útil del neumático, es esencial que el mismo ruede siempre con la presión de inflado indicada por el fabricante. Una buena medida es comprobarla, aproximadamente, cada una o dos semanas y, a ser posible, con la goma fría, puesto que la presión varía en función de la temperatura y medirla con la cubierta caliente no nos proporcionará una información veraz.

En el supuesto de cargar la moto con maletas, “top case” o acompañante, es recomendable incrementar la presión del neumático trasero en 0,2 bares, así como regular la suspensión para garantizar una adherencia óptima y que la estabilidad del vehículo no se vea comprometida.

Y una vez nos aseguremos de que la presión es la correcta, debe colocarse de nuevo el tapón sobre la válvula. En caso contrario, el obús podría hundirse en marcha por efecto de la fuerza centrífuga, provocando así una pérdida de aire.

Sin duda, una de las claves para prolongar la vida de los neumáticos de moto es rodar siempre con la presión de inflado adecuada. Si es baja, se calentarán en exceso y presentarán una mayor resistencia a la rodadura, lo cual repercutirá tanto en el desgaste como en el consumo de carburante. Por el contrario, una presión demasiado alta contribuirá a un deterioro más rápido de la cubierta, al tiempo que provocará una conducción menos cómoda y segura.

 

Conducción racional

Obviamente, de nada sirve prestar atención a la presión de inflado si, una vez comprobada, se practica una conducción irracional. Para empezar, sobre todo en los meses más fríos del año, los primeros kilómetros hay que tomárselos con cierta calma. Al igual que el motor, los neumáticos requieren un tiempo para alcanzar su temperatura óptima y rendir al máximo.

Asimismo, se ha de iniciar la marcha suavemente –lo de arrancar con todo el gas abierto ante un semáforo en verde, mejor para los pilotos de competición–, incrementar la velocidad progresivamente en función del tráfico y evitar “clavar” los frenos –no sólo por el desgaste de los neumáticos, sino también porque dicha acción puede provocar una caída–. Y, por descontado, nada de “burnouts”, pues acabarán destrozando la cubierta trasera.

 

Profundidad del dibujo

Sin duda, la “prueba del algodón” para cambiar los neumáticos de la moto la constituye la profundidad del dibujo de la banda de rodadura. Si la misma tiene una profundidad inferior a 1,6 milímetros deben cambiarse sí o sí: en primer lugar, porque no ofrecen ningún tipo de seguridad y, en segundo, porque el propietario del vehículo puede ser sancionado con una multa de 200 euros.

Circular con un neumático cuya banda de rodadura se encuentre al límite puede tener consecuencias fatales, de manera especial en condiciones de lluvia debido al temido aquaplaning. En dichas circunstancias, sobre todo en ciudad, también se han de extremar las precauciones al rodar sobre las “trampas” del asfalto: señalización horizontal –visible o “camuflada”–, rejillas de ventilación, tapas de alcantarilla, charcos que pueden esconder un bache, etc

Si la cubierta presenta un desgaste irregular o su dibujo empieza a asemejarse al de un “slick” de competición, lo más indicado es acudir de inmediato a un taller de confianza y reemplazarla por otra nueva. Para tal fin, no es aconsejable adquirir neumáticos de segunda mano: pueden ocultar algún tipo de anomalía y, al final, lo barato puede acabar saliendo caro.

 

Otras razones para reemplazar los neumáticos

Al margen del estado de la banda de rodadura, existen otros motivos que aconsejan a reemplazar los neumáticos. Uno de ellos puede ser un pinchazo. En un establecimiento especializado, un mecánico profesional determinará si puede subsanarse o si, por el contrario, la cubierta interior ha sufrido daños. En ese caso, deberá cambiarse por uno nuevo.

Y otra razón para reemplazar el neumático, al margen de la profundidad del dibujo o de los daños irreparables que haya podido sufrir ocasionados por un bordillo, un objeto contundente, etc., son los signos de envejecimiento –deformaciones o grietas en la banda de rodadura, los hombros o los flancos– provocados, por ejemplo, por las condiciones climáticas.

Ya que nos referimos al envejecimiento, los fabricantes fijan en cinco años la vida útil de los neumáticos. A partir de ahí, deben ser examinados por especialistas hasta los 10 años, momento en el que, aunque presenten buen estado y el dibujo de su banda de rodadura no esté desgastado, han de ser desechados y sustituidos por otros nuevos.

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