¿Cómo será el teletrabajo después del COVID-19?

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A la espera de la aprobación de la anunciada ley que regulará el teletrabajo después del COVID-19, lo cierto es que las organizaciones deben implementar medidas si desean que el trabajo remoto sea productivo, saludable, seguro y conciliador.

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Aunque muchos profesionales ya teletrabajaban antes de iniciarse la pandemia, esta última ha obligado a impulsar el teletrabajo y a que las empresas se replanteen su modus operandi. Según afirman los expertos, el teletrabajo ha llegado para quedarse. Tanto es así que, a partir de ahora, un elevado porcentaje de personas continuarán practicándolo. Pero, ¿cómo será el teletrabajo después del COVID-19?

¿Cuántos empleados están dispuestos a teletrabajar?

Lo curioso es que, a tenor del informe El futuro del trabajo elaborado por Randstad, con anterioridad a la crisis del coronavirus ya había muchas personas dispuestas a teletrabajar. Concretamente, el 58% de los encuestados consideraba que lo tenía todo para poder hacerlo. Y casi el 69% afirmaba que quería teletrabajar, si bien en su empresa no lo permitían.

En cuanto al perfil de quienes se muestran a favor del teletrabajo, los porcentajes son muy elevados en todas las franjas de edad analizadas:

  • El 64% de los empleados menores de 25 años solicita poder teletrabajar.
  • Dicho porcentaje asciende al 78% en el grupo de los trabajadores de entre 25 y 45 años.
  • Y el 58% de los mayores de 45 años vería con buenos ojos que le facilitasen practicar teletrabajo.

Ahora, en la nueva normalidad, muchos de ellos podrán ver cumplidos sus anhelos. Y ello es así porque, a tenor de las previsiones, el teletrabajo después del COVID-19 será una modalidad más tenida en cuenta por las empresas.

En el caso de estas últimas, incluso las más reacias han podido constatar durante el confinamiento que el teletrabajo no es negativo. Muy al contrario, contribuye a que los empleados sean más productivos, facilita la conciliación de la vida laboral y familiar, garantiza la puntualidad al evitarse los desplazamientos en medios de transporte… Y también posibilita ahorrar costes.

Ergonomía: de la improvisación al diseño

Pero el teletrabajo después del COVID-19 no será de calidad si en su implementación no participan diferentes áreas de una organización: prevención de riesgos laborales, RRHH, facility management, seguridad de la información…

Un equipo multidisciplinar debe garantizar que los empleados trabajan óptimamente. Durante la cuarentena, algunos profesionales han tenido la suerte de teletrabajar en un espacio de su domicilio habilitado para tal fin, mientras que otros se han visto en la obligación de improvisar un puesto de trabajo en el comedor o la cocina…

Y es aquí donde entran en juego las medidas encaminadas a diseñar puestos de teletrabajo ergonómicos. Como ya explicamos en el post Ergonomía en la oficina: consejos a tener en cuenta, si se desea que un empleado sea productivo y no tenga problemas de salud fruto de una mala ergonomía, es aconsejable considerar, al menos, los siguientes aspectos:

  • Las dimensiones de la mesa de trabajo.
  • La colocación correcta de la pantalla del ordenador –tanto si es de sobremesa como portátil–.
  • La ubicación del teclado y el ratón.
  • El diseño de la silla y la higiene postural.

Y no solo eso… Factores como la iluminación, la climatización, el ruido o el diseño del espacio influyen en el rendimiento laboral. Y también han de ponerse en práctica recomendaciones como realizar determinados ejercicios físicos, hidratarse, descansar la vista durante unos minutos… Como puede comprobarse, el teletrabajo es algo más que utilizar un ordenador desde casa.

¿Cómo teletrabajar de forma cibersegura?

Asimismo, en el teletrabajo después del COVID-19 habrá que tomarse muy en serio todo lo relativo la ciberseguridad. Por lo general, los niveles de protección en los entornos domésticos son inferiores a los profesionales. Una situación que puede llevar a los cibercriminales a incrementar las campañas de ciberataques que pongan en riesgo a empresas y usuarios.

Por ello, las organizaciones han de invertir en ciberseguridad. Y no olvidar que el ser humano es el eslabón más débil de la cadena de seguridad. En relación a los trabajadores por cuenta ajena, desde la Oficina de Seguridad del Internauta (OSI) observan que:

  • Si la empresa facilita los recursos necesarios para el teletrabajo, los empleados deberán seguir sus instrucciones al pie de la letra realizando un uso exclusivamente profesional de los ordenadores o cualquier otro dispositivo tecnológico. Bajo ninguna circunstancia, no se recomienda manipularlos, modificar las configuraciones fijadas por los informáticos de la organización o prestárselos a terceros.

Si los empleados van a utilizar un dispositivo personal para desempeñar sus funciones laborales, OSI ofrece los siguientes consejos para teletrabajar de forma segura:

  • Instalar un antivirus en el dispositivo. Existen herramientas gratuitas y de pago.
  • Actualizar los sistemas operativos, programas, navegadores, aplicaciones y herramientas instaladas a la última versión.
  • Crear una cuenta de usuario diferente en el dispositivo para separar el espacio de trabajo personal del profesional.
  • Instalar una Red Privada Virtual (VPN) para crear una conexión privada entre el dispositivo y el servidor de la empresa.
  • Realizar periódicamente copias de seguridad de la información que se vaya generando o almacenando en el dispositivo para no perderla.
  • Proteger la información almacenada cifrando el disco duro, así como los directorios, carpetas o ficheros con datos más críticos y confidenciales.
  • Revisar la configuración del rúter wifi para verificar que todas las medidas básicas de seguridad están establecidas.

Además, los teletrabajadores han de ser formados y concienciados por sus empresas para evitar ser víctimas de los cibercriminales, quienes, entre otras artimañas, se sirven de las campañas de phishing para obtener beneficios.

¿El teletrabajo puede generar tecnoestrés?

Igualmente, en el teletrabajo después del COVID-19 será necesario vigilar la duración de las jornadas laborales. Según un estudio publicado por Bloomberg, españoles, franceses y británicos han trabajado dos horas más cada día mientras han permanecido confinados.

Si a esa mayor carga de trabajo se le suma un uso intensivo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), lo normal es que los empleados acaben padeciendo tecnoestrés. Y también riesgos asociados como vista cansada. Por ello, como se comentaba anteriormente, es recomendable que, cada hora, se aparte la mirada de las pantallas durante unos minutos.

Objetivo: crear un teletrabajo seguro

En definitiva, todo apunta a que el teletrabajo después del COVID-19 ganará enteros. No obstante, no será totalmente efectivo si las empresas no le conceden la misma importancia al trabajo remoto que al presencial.

Así pues, las organizaciones tendrán que invertir en la creación de unos espacios que sean seguros tanto desde el punto de vista de la prevención de riesgos laborales como de la seguridad de la información. Sin descuidar aspectos como la duración de las jornadas o la conciliación de la vida laboral y familiar.

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