Tecnoestrés: ¿qué es y cómo combatirlo?

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Los mediadores de seguros no son ajenos al uso intensivo de las TIC, un hábito que genera tecnoestrés. Repasamos qué es, cuántos tipos existen, qué factores lo causan, cuáles son sus síntomas y qué se debe tener en cuenta para combatirlo.

Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han llegado para quedarse. Y tanto en lo personal como en lo profesional se han convertido en herramientas imprescindibles. Teléfonos inteligentes, ordenadores, tabletas, correo electrónico, mensajería instantánea, conexión a Internet… A estas alturas del siglo XXI, ¿alguien se imagina pasar una jornada sin estar conectado a su red de amigos y familiares a través de sus dispositivos personales o, por poner un ejemplo, llevar a cabo su labor en una correduría de seguros sin hacer uso de las TIC?

Sin duda, estas últimas aportan muchas ventajas. Pero también son fuente de riesgos cibernéticos y de problemas para la salud. En cuanto a los segundos, se presentan de manera especial en el trabajo debido a factores como el uso intensivo de las TIC o la necesidad de continuar utilizándolas más allá del horario laboral. Hablamos del tecnoestrés, cuyos orígenes, como veremos a continuación, no son nuevos.

Tecnoestrés: cuando las TIC se convierten en una pesadilla

En la interesante Nota Técnica de Prevención (NTP) del otrora denominado Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT) titulada Tecnoestrés: concepto, medida e intervención psicosocial, sus autoras recuerdan que dicho término fue utilizado por primera vez en 1984. Concretamente, por el psiquiatra Craig Brod, quien bautizó al tecnoestrés como “una enfermedad” ocasionada por la falta de adaptación a los entonces emergentes ordenadores.

Una década después, Michelle M. Weil y Larry Rosen publicaron un libro en el que también se referían al tecnoestrés como una enfermedad, en este caso, ocasionada por el cada vez mayor uso de los teléfonos móviles o del correo electrónico. Advertían, pues, del impacto negativo que las TIC tenían en quienes abusaban de su utilización.

Y ya en 2003, la investigadora Marisa Salanova se atrevió a definir el tecnoestrés como un estado psicológico negativo vinculado al uso presente o futuro de las TIC, considerándose este último supuesto como una amenaza. Un escenario, en cualquier caso, “condicionado por la percepción de un desajuste entre las demandas y los recursos relacionados con el uso de las TIC que lleva a un alto nivel de activación psicofisiológica no placentera y al desarrollo de actitudes negativas hacia ellas”.

¿Existen diferentes tipos de tecnoestrés?

Hoy en día, lejos de ceñirse a un solo concepto, la citada nota del INSHT observa que el tecnoestrés se divide en tres tipos: la tecnoansiedad, la tecnofatiga y la tecnoadicción:

  • Tecnoansiedad. Es el más conocido de ellos y se traduce en una activación fisiológica no placentera, así como en tensión y malestar, como señalaba Marisa Salanova, por la utilización presente o futura de las TIC. Una tecnofobia, señalan algunos profesionales, debida a la resistencia a hablar o pensar en la tecnología y al miedo, la ansiedad y los pensamientos hostiles o agresivos que esta última puede provocar.
  • Tecnofatiga. Además, el uso de las TIC genera cansancio y agotamiento mental y cognitivo. Y también puede ocasionar actitudes escépticas y opiniones que duden de su eficacia. Dentro de la tecnofatiga se encuentra el denominado síndrome de la fatiga informativa, provocado por el aluvión de información que genera Internet.
  • Tecnoadicción. Y en tercer lugar encontramos el tecnoestrés causado por una utilización excesiva, a todas horas y en cualquier sitio, de las TIC que acaba dando lugar a una dependencia de la tecnología.

¿Qué factores causan el tecnoestrés?

Si nos ceñimos al ámbito laboral, las demandas a los trabajadores y los recursos de los que disponen estos últimos suelen ser son los principales factores que causan el tecnoestrés:

  • Demandas laborales. También denominadas tecnodemandas, nos referimos al exceso de cometidos en el horario laboral relacionados con las TIC, a tener que asumir varios encargos a la vez de diferentes personas o departamentos, al incremento de la cantidad de información que ha de ser tratada, al trabajo monótono que no produce motivación en el empleado, al peligro que pueden entrañar las demandas en la conciliación de la vida laboral y familiar…
  • Recursos laborales. Como comentábamos anteriormente, se trata de la falta de recursos tecnológicos en el trabajo. Tal y como queda reflejado en el apartado de consejos para combatir el tecnoestrés, las políticas empresariales tienen mucho que ver con el bienestar psicosocial de los trabajadores y su rendimiento. Y, por lo tanto, con la reducción del tecnoestrés.

¿Cuáles son los principales síntomas del tecnoestrés?

Por todo lo expuesto, queda claro que el tecnoestrés tiene consecuencias negativas en la salud. A modo de resumen podría afirmarse que quienes lo padecen sufren ansiedad, agotamiento mental, excesiva dependencia de las TIC o aislamiento social.

Y desde el Observatorio de Riesgos Psicosociales de la Unión General de Trabajadores (UGT) apuntan que, a los síntomas propios del estrés común como la inseguridad, la falta de concentración, la dificultad para expresarse verbalmente, el ahogo, las palpitaciones, la tensión arterial alta o la tensión muscular, el tecnoestrés suma otros específicos como:

  • Ansiedad o renuncia a las nuevas tecnologías.
  • Sobreidentificación con la tecnología.
  • Síndrome de las ventanas (varias tareas abiertas simultáneamente).
  • Alteraciones de la concentración y la memoria.
  • Percepción acelerada del tiempo y deseo de perfección.
  • Acortamiento de periodos de gestación de ideas.

Consejos para combatir el tecnoestrés

Continuando con el ámbito laboral, el tecnoestrés puede combatirse tanto personal como empresarialmente. En el primero de los casos, tocará esforzarse y poner en práctica estas recomendaciones:

  • Organizar la jornada laboral. No sobrecargar la agenda de actividades, priorizar las tareas, delegar responsabilidades y desconectar de las TIC durante unos minutos cada hora ayuda a plantarle cara al tecnoestrés.
  • Trabajar en casa, ¿es necesario? Si se trabaja en un centro laboral, no es aconsejable llevarse más tareas a casa. Y si se practica el teletrabajo, debe marcarse un límite horario para olvidarse de las TIC y dedicarle tiempo al ocio, la familia, los amigos…
  • Diferenciar entre vida laboral y personal. Relacionado con el punto anterior, un buen consejo es utilizar dispositivos tecnológicos diferentes para uso laboral y personal. En caso de no poder hacerlo, ha de evitarse responder llamadas, correos electrónicos o mensajes de trabajo fuera del horario laboral.
  • Distinguir entre urgente e importante. Si fuera del horario laboral requiriesen nuestra atención a través de las TIC, antes de responder a un correo electrónico o un mensaje tiene que valorarse si el asunto en cuestión puede esperar hasta el día siguiente o es de suma importancia. En el primer supuesto, lo mejor es olvidarse de él y desconectar.
  • Formación en el manejo de las TIC. Si el tecnoestrés se produce por la falta de pericia en el uso de las TIC, es necesario pedir ayuda a los compañeros o hacérselo saber a la dirección de la empresa para que suministre los recursos necesarios que faciliten resolver la situación.
  • Mayor control mental y emocional. Asimismo, recurrir a técnicas de relajación o meditación contribuye a plantarle cara al tecnoestrés.
  • Alimentación y horarios, esenciales. No menos importante, al tecnoestrés se le planta cara con una dieta saludable, no abusando de las bebidas con cafeína o alcohol y manteniendo horarios regulares.
  • Mens sana in corpore sano. Está claro, el ejercicio físico ayuda a combatir cualquier tipo de estrés. Hay quienes lo practican antes de trabajar, al mediodía, a la salida del trabajo…
  • Las horas de sueño, sagradas. Dormir siete u ocho horas facilitará afrontar la nueva jornada más relajados.
  • Buscar ayuda, una buena opción. Y si después de poner en práctica estos consejos todavía nos afecta el tecnoestrés, no debemos olvidar que el médico de familia, el masajista o el psicólogo están ahí para ayudarnos.

Pero, como indicábamos en el apartado de los recursos laborales, las empresas también tienen algo que decir en materia de tecnoestrés. Por dicho motivo, y como punto de partida, han de ser conscientes de su existencia. Y después, impulsar los mecanismos que propicien que los empleados se sientan a gusto con el uso de las TIC y poner en práctica medidas que posibiliten conciliar la vida laboral y familiar.

En el caso de estas últimas, gracias a su decidida apuesta por las acciones de Responsabilidad Social Corporativa (RSC), el sector asegurador es un ejemplo a seguir. Buena muestra de ello es que la conciliación es una realidad en el 95% de las entidades aseguradoras de nuestro país. Algo que, a buen seguro, reducirá la dependencia de las TIC en los trabajadores más allá del horario laboral.


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