Viaje en moto: de Roncesvalles a Pamplona

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Junto a la frontera francesa nace una ruta que se inicia en el Pirineo navarro y concluye en la capital de la Comunidad Foral. Un recorrido de 64 kilómetros que empieza en plena naturaleza y finaliza en Pamplona.

Viaje en moto por Pamplona (Turismo de Navarra)

Una vez más, desde Senassur, especialistas en seguros de moto y quad para corredores y mediadores, ponemos de manifiesto las infinitas posibilidades que ofrece la geografía española a los aficionados de las dos ruedas para realizar un viaje en moto. En esta ocasión, proponemos una de las muchas rutas que se pueden realizar en motocicleta por las carreteras navarras.

La Comunidad Foral bien merece una visita, ya que es un destino que cuenta con un rico patrimonio cultural y una sugerente variedad de paisajes. Asimismo, es una tierra de tradiciones arraigadas y fiestas únicas que reflejan el carácter amable y extrovertido de sus habitantes. Y como el resto de España, también destaca por su exquisita gastronomía.

Además de lo expuesto, Navarra es puerta del Camino de Santiago, puesto que las tres grandes vías jacobeas europeas –Podense, Lemovicense y Turonense– se unen en la vecina población francesa de Ostabat-Asme (Izura-Azme en euskera) y entran a territorio español por el bello pueblo fronterizo de Luzaide/Valcarlos.

Y es precisamente en esta localidad navarra con referencias a Carlomagno, y caracterizada por sus bailes ancestrales o el monumento al peregrino obra del prestigioso escultor Jorge Oteiza, donde se inicia una ruta que nos llevará desde los Pirineos hasta la popular Pamplona.

 

Inicio del viaje en moto: Orreaga/Roncesvalles

Rumbo al puerto de Ibañeta, se ha de tomar la carretera N-135 para llegar al primer destino: Orreaga/Roncesvalles. Se trata de un tramo de 16 kilómetros plagado de curvas, por lo que conviene extremar la precaución durante el trayecto, sobre todo si no se es un motorista experimentado.

Ruta en moto por Rancesvalles (Turismo de Navarra)

Cobijo de peregrinos y foco de leyendas, Orreaga/Roncesvalles se ubica en un bello paraje forestal en pleno Pirineo navarro. Entre sus principales reclamos se encuentra la Colegiata, construida entre los siglos XII y XIII, en cuyo conjunto arquitectónico sobresalen la iglesia colegial de Santa María, la capilla del Espíritu Santo –también conocida como silo de Carlomagno– o un museo-biblioteca que atesora más de 15.000 volúmenes.

Auritz/Burguete

Continuando por la N-135, tres kilómetros separan Orreaga/Roncesvalles de Auritz/Burguete, cuyo conjunto histórico ha sido declarado Bien de Interés Cultural. Este pueblo-calle nació al calor del Camino de Santiago para dar servicio a los peregrinos que llegaban de Europa y, según escribió Ernest Hemingway, está situado en “el territorio más malditamente salvaje de los Pirineos”.

Reconstruido tras el incendio provocado por las tropas francesas en 1794, Auritz/Burguete presume de una arquitectura que enamora y de antiguas tradiciones, como las hogueras de San Juan o una feria agroalimentaria que se celebra en septiembre y cuyos orígenes se remontan al siglo XIV.

Aurizberri/Espinal

Cuatro kilómetros después, la carretera N-135 conduce a Aurizberri/Espinal, otra interesante población del Pirineo navarro por sus atractivas edificaciones y el incesante goteo de peregrinos en su camino a Santiago. En esta localidad, Hemingway solía pescar truchas en el río Irati antes de disfrutar de las fiestas de San Fermín en Pamplona.

Precisamente, la trucha, junto a los revueltos de setas, forma parte de la oferta gastronómica. Por lo que respecta a su patrimonio artístico, destaca la parroquia de San Bartolomé, con una cruz parroquial de estilo renacentista.

Atarrabia/Villava

Tras disfrutar de la naturaleza, la ruta se dirige hace núcleos urbanos más poblados por las carreteras N-135, de nuevo con tramos de curvas peligrosas, PA-30 y NA-4200. En total, 36 kilómetros separan Aurizberri/Espinal de Atarrabia/Villava, popularmente conocida por ser la ciudad natal del ex ciclista Miguel Indurain, ganador de cinco ediciones del Tour de Francia y de dos del Giro de Italia en los años noventa del siglo pasado.

Sin embargo, Atarrabia/Villava no se ciñe a los logros de Indurain y cuenta con una dilatada historia que se remonta a 1184, año en el que el rey Sancho VI el Sabio impulsó su fundación. Antes de entrar en el municipio, es recomendable acercarse a la vecina Arre, donde se encuentra la basílica de la Trinidad junto a un antiguo puente sobre el río Ulzama.

Y en su pasear por Atarrabia/Villava, los mototuristas no deben dejar de visitar el edificio de El Batán –situado en uno de los parajes más interesantes del Parque Fluvial–, el antiguo casino-restaurante Besta Jira –posteriormente adquirido por los dominicos–, la Casa Motza, la Escuela de Peritos Agrícolas o la iglesia de San Andrés.

Burlata/Burlada

La calle Serapio Huici de Atarrabia/Villava enlaza con la calle Mayor de la colindante Burlata/Burlada, antaño residencia de descanso de la monarquía navarra. “Patria chica” del compositor y musicólogo Hilarión Eslava, este municipio invita a estirar las piernas en su parque municipal, un extenso jardín que rodea un bello palacete ideado por el arquitecto Máximo Goizueta.

Y entre otros lugares de interés, destacan la iglesia de San Juan, la parroquia de San Blas o el puente medieval de 80 metros que cruza el río Arga y comunica Atarrabia/Villava con el barrio pamplonés de Mendillorri.

Punto final del viaje en moto: Iruña/Pamplona

Nuestra ruta llega a su fin en Iruña/Pamplona, a cuyo casco antiguo se accede desde el bello puente de la Magdalena y el portal de Francia o Zumalacárregui, a los pies de la muralla. Moderna y acogedora, la ciudad invita a pasear entre calles adoquinadas y admirar sus monumentos, desde la catedral de Santa María (siglos XIV y XV) hasta el palacio del Condestable (XVI), sin olvidar el Museo de Navarra, donde se encuentran joyas como el retrato del Marqués de San Adrián, pintado por Francisco de Goya.

Hablar de Iruña/Pamplona es hacerlo también de la plaza del Castillo, centro neurálgico de la localidad, o de parques como el de la Ciudadela, la Media Luna o de Yamaguchi, fruto de su hermanamiento con la población japonesa del mismo nombre.

Y con las motos a buen recaudo en el aparcamiento, es momento de realizar otro tipo de recorrido: una ruta “barítima” y “comercial”. Para salir a degustar unos sabrosos pinchos, nada mejor que moverse por la citada plaza del Castillo, Estafeta, San Nicolás, San Gregorio o el Ensanche, lugares donde el visitante encontrará alta cocina en miniatura en numerosos bares, algunos de ellos centenarios.

Desde Senassur esperamos que este itinerario de 64 kilómetros que proponemos  os permita descubrir en moto desde la Navarra más íntima y rodeada de naturaleza hasta la más bulliciosa. ¡Buenas curvas!

 

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